Cuando nos envían al colegio, nuestros padres no se imaginan lo que pasa dentro o afuera.
Cuando yo estaba en el colegio oí mil historias y caí en cuenta que la adolescencia es la edad prohibida.
Recuerdo mi colegio secundario, un lugar lleno de hormonas revueltas, ese lugar celeste y blanco guardaba un sin fin de secretos.
Si lograbas entrar donde está la taquilla podrías descubrir las bajas pasiones del plantel.
Chicas de faldas cortas, sonrisas fáciles y miradas de odio era lo que hallabas a primera vista.
Los varones en su mayoría de vocablo ambiguo y actitud de barrio, típico de un colegio estatal..
Ahí donde todos gritan, la lujuria anda suelta. Pude conocer alguna vez a Candy (x alguna razón se auto-denominó así) se oía en los pasillos su promiscuidad, aún sin llegar a los 16, y si ponías atención, lograbas oír sus arduas experiencias en la biblioteca.
Recuerdo a Y una morena de formas gloriosas pero jamás alagada gracias al aspecto tosco de su cara.
Recuerdo a B una chica que estando solo en 1ero logró estar con alguien de quinto, y luego estando en 4to dio a luz de alguien más.
Recuerdo que se murmuraba que en la tarde violaron a un chico de primero, que el agresor era de quinto, el suceso se dio en el baño.
Recuerdo que nuestro profesor de matemáticas tuvo problemas judiciales por involucrarse con una alumna.
Recuerdo que estando en primer año había una chica en el salón, alguien que era unos años mayor y aprobaba los cursos levantándose la falda.
Recuerdo que las chicas de la "F" me odiaban a muerte y yo ni sabía que existían.
Recuerdo que los parques se llenaban de amores furtivos.
Recuerdo que aveces no iba al colegio y tenía mis primeras borracheras junto al río.
Lo recuerdo y entiendo que no hay nada tan desenfrenado como estar en el colegio.