miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA CAPERUCITA POLCA


Hace muchos años en algún pueblo que el tiempo olvidó, nació una niña tan bella como la palabra misma. De ojos gigantes que eran esmerarlas despidiendo luz divina, un rostro dibujado a perfección casi imposible de imaginar. Su madre vivía enloquecida con tanta belleza, le regalaron además, una caperuza roja para acentuar aún más su hermosura.

Una mañana la madre de caperucita, luego de haber horneado pasteles le encargó los llevase a la cabaña de la abuela, ésta se encontraba cruzando el bosque, casi llegando a las montañas. Su madre le advirtió de los peligros que podía encontrar pero subestimó al verdadero ser de caperuza roja.

La niña de tan apetecible aspecto se encamino hasta internarse en el bosque. Ahí lo salvaje la reclamó como hija, despertando en ella bajas o más sinceras intenciones. Nadie se pudo imaginar alguna vez que tanta perfección en el bosque era sinónimo de calamidad. Caperucita soltó la canasta esmerándose en triturar los pasteles con sus pies y en su lugar puso rocas, sus uñas se hundieron en su piel, con el ceño fruncido logró alcanzar una liebre para poder morderla hasta darle muerte, una vez satisfecha gruñó al sentirse espiada y enrumbó en su travesía hacia la abuela. Corrió descalza sin cesar, como si el término del día pudiese acabar con su vida.

Cuando el cielo se pintó naranja la prisa se detuvo, quedando estática contemplo la cabaña de la abuela. Sus pies incrustados de espinas dejaban huellitas de sangre y una tierna sonrisa de triunfo se dibujaba en su rostro.

En la cabaña reposaba la tierna abuela de unos 80 años, quién realmente no esperaba la visita de su “perfecta” nieta. De pronto empujaron la puerta y un viento gélido se apoderó de la habitación, “Hola” dijo caperucita fresca y despreocupada, la abuela contemplo a su nieta en ruinas, ensangrentada, con las ropas rasgadas y los pies con mezclas de espinas, lodo y chorros de sangre. La anciana saltó de la cama para auxiliar a la menor, a lo que ella contesto imponente “basta no es nada”. “Abuela” le dijo “ me deshice de los pasteles, pues ya estas vieja y será mejor que comas piedras”, diciendo esto brincó sobre la anciana obligándola a tragarse una piedra, la segunda era más grande, caperucita trato de encajarla en la boca de la anciana, a ser esto imposible resolvió en romperle la mandíbula, Al terminar su tarea caperucita sonrió satisfecha y sarcásticamente diciendo adiós abuelita. De regreso a casa se sentó en la pradera para arrancarse las espinas de los pies, pronto divisó dos niños con quien podría finalizar feliz su jornada, con engaños los dirigió al bosque, prometiendo divertidos juegos los ató a un roble, entonces les dijo “con esta ramita les trataré de quitar los ojos sin reventarlos” los niños rompieron en gritos, mientras sonriente caperucita se iba acercando, cuando parecía lograr su cometido un lobo arremetió contra ella, su gran hocico calzo perfecto en la cintura de la menor, Los afilados colmillos se clavaron en su piel logrando mesclar sus ropas e intestinos. Los niños lograron salir salvos, pues el lobo se retiró una vez saciado su apetito.