Excéntrico, irresponsable, ido.
Me recordaba a mí. El año 1986 lo trajo al mundo, eran los
últimos días de invierno y por ello eran los más fríos, intensos, como si de
una venganza se tratase.
Por allá lo criaron, en alguna parte de Lima donde parece no
pasar nada, pequeñito, formó a quién le dijeron que era, ese alguien que vas
creando de acuerdo a tu nombre, ese alguien que solo existe gracias a ti. Y
creó inestable y algo errado a F, era curioso pues F parecía nunca serlo.
Los años pasaron y vivió acompañado como el resto, esa compañía
que finalmente se reduce en soledad. La época de colegio se aproximaba, los trámites
exigían una serie de papeleos entre ellos una prueba de que F era realmente F.
Canela, sonrisa amplia y ojitos como la noche, sus pequeños
zapatitos se balanceaban mientras aprendía a escribir el que no era su nombre.
Ay F, seguro te esforzaste por ser quien te habían dicho que
eras.
Ya llevaba 17 encima, había pasado noches infinitas cantando
sus canciones, un día por fin estuvo preparado, y por esas épocas cuando yo
odiaba al mundo él decidió ser R. Se abrió paso en un mundo de resacas y
nauseas de amor. Inconscientemente llevaba un plan, llegar lejos y destruirse.
Son incalculables los daños q en ocasiones nos hacemos. Incalculables.
Siendo R se arrastró casi 5 veces a la semana para llegar a casa,
algunas veces contaba historias increíbles que nunca había vivido, seguía siendo
quien no era. Hay una época en la vida en la que siempre es de noche.
Hasta que
finalmente sale el sol.
La tierra salió de sus ropas, hechó el calzado ya gastado,
empezó descalzo. Una melena larga lo acompañaba, pasaron horas mientras escribía,
semanas haciendo planes y años mientras por fin lograba el control, no le temió
nunca más al progreso.
La noche pasada volvió a subir al escenario y se presentó:
Soy Junior Márquez y esta es mi banda THE ROSES.
27 años luego de nacer por fin se encontró.
