Su mirada cae al piso y una lágrima le roba la sonrisa, mientras su espejo le anuncia sus años el corazón bombea dolor.
En la oficina.
Entra uno de los obreros con gran olor a sudor, mi nariz se molesta, él: gordo, bajo, con una gran barriga, de unos 50 años y trigueño. Solo pienso de la manera más fácil y frívola, quien podría estar con él!!!
Aunq parezca imposible hay alguien, alguien que espera en casa por él.
Una mujer con muchos años como él.
Una mujer que cuida a sus hijos y trata de ser cada día mejor, apezar de las arrugas, el sobre peso, la celulitis y demás. Aunque no tenga buenos trajes, aunque ya no tenga veintitantos, aunque le duele la espalda por los esfuerzos con las compras, aunque ya no tiene la boca pintada, su corazón aun vive, y se enamora cada noche solo al dormir al lado de él.
Él... él no ve. Pasaron tantos años y su amor no creció, en la calle ve mujeres, ellas son menores y de moral liviana, con cuerpos regordetes y mas firmes, con ondulaciones, tintes baratos y tacones altos. Él babea y se entrega, aveces se enamora, aveces reniega.
La esposa aun está en casa, ella solo espera, solo ama.
Creo que él no vendrá a casa hoy, ella llora, comprende la situación y el silencio se une a su cama.
A él su sueldo aun le permite pagar ese par de piernas firmes, se entrega ciego por mucho tiempo.
La esposa en casa aún espera, recuerda, llora, ama.
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